Publicado por Educación Virtual UVG Santa Lucía

Deseo compartir el siguiente artículo escrito por  José Mauricio Rodríguez Wever, donde nos llama a la reflexión sobre la importancia de los valores en nuestra vida, los invito a que lo lean y opinen.

Feliz Semana

Separación entre Moral y Política

Aparte del bochorno y la indignación que sentimos los chapines de bien por el “divorcio presidencial”, de la vergüenza al ver la forma tan burda y estúpida con la que se pretende justificar este hecho en la televisión intercontinental, hay un hecho verdaderamente preocupante y que debe llevarnos a mucha reflexión.
En la edición de elPeriódico del 22 de marzo del 2011, aparecen las declaraciones del señor Orlando Blanco, jefe de campaña de la UNE. A preguntas de la reportera, el señor Blanco tiene el descaro y la desfachatez de aseverar que la política no tiene nada que ver con la moral.
Eso sí es muy delicado. En pocas palabras dice el señor Blanco, que se puede hacer cualquier cosa, moral o inmoral con tal de conseguir el objetivo político. Asevera, con esas declaraciones, que la política es amoral.
Entonces, se puede robar, mentir y aun asesinar en el campo político. Se vale robarse las elecciones, se puede realizar un fraude electoral, se vale de todo con tal de conseguir el objetivo político.
Eso, de verdad, preocupa muchísimo. Preocupa hasta el límite de pensar en que, con esos políticos, Guatemala no es posible. Se convierte en imposible el buscar un país limpio, recto, honesto. Estas declaraciones descaradas vertidas en una entrevista publicada en un diario escrito de circulación nacional deben llevarnos a inquietudes muy serias.
Las iglesias, que propugnan un orden ético y moral, ¿se van a pronunciar? Yo soy católico y esperaría de los obispos una declaración contundente. Espero que esos mismos obispos, que han aparecido en la prensa todas las semanas haciendo declaraciones políticas, que justifican porque la moral católica les impele a hacerlas, hagan una declaración a tono con las enseñanzas milenarias de nuestra Iglesia: No podemos separar la moral de ninguna de nuestras actuaciones públicas o privadas.
Los buenos guatemaltecos, que pasamos toda una vida enseñándoles a nuestros hijos que se debe buscar el bien, que hay valores como la honestidad, la responsabilidad, la dignidad, que no pueden ser transados en la búsqueda de su propio bienestar, no podemos quedarnos callados. Se está atentando contra lo más sagrado que existe y que hemos luchado por mantener en nuestras familias. Buscar el bien y erradicar el mal, aunque cueste.
Los otros políticos, que dicen buscar el bien de los guatemaltecos, deben alejarse inmediatamente de esas declaraciones peligrosas. Condenar el uso inmoral de la política que debe buscar acceder a los puestos de elección con la intención de hacer el bien. Bien que es, esencialmente, una categoría moral, que rechaza el mal. Mal que se justificaría con las declaraciones del señor Blanco.
A los afiliados y simpatizantes de la UNE, pero especialmente  los dirigentes, deben prescindir de personas que, como el señor Blanco, pueden deshacer cualquier trabajo positivo que han hecho o pretendan hacer. Con esas declaraciones, más que con las acciones desesperadas del divorcio, se alejan de la posibilidad de conseguir votos.
Ya de por sí, el divorcio es un acto ilegal (esto tendrán que tratarlo los tribunales ante las denuncias que se presenten), pero ese acto, justificado con la amoralidad de los actos políticos, es un parte aguas en nuestro pensamiento y actuar político.
Debo terminar afirmando que no es lícito, no es ético, el votar por un símbolo que propugna la amoralidad en la política.
El Papa Juan Pablo II en Carta Apostólica*, escribe concreta y definitivamente: “El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral”,  “El gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes”.
*MOTU PROPRIO PARA LA PROCLAMACIÓN DE SANTO TOMÁS MORO
COMO PATRONO DE LOS GOBERNANTES Y DE LOS POLÍTICOS. No. 4

“Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.
GUATEMALA VALE LA PENA
José Mauricio Rodríguez Wever